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El 21 de marzo es el día mundial de la
poesía. Desde tempranas horas, circulan ejemplos de cientos y miles de poemas
que dan cuenta de la relevancia de este género literario. De Jaime Sabines:
El Peatón
Se dice, se rumora, afirman en los salones, en las
fiestas,
alguien o algunos enterados, que Jaime Sabines es un
gran poeta.
O cuando menos un buen poeta. O un poeta decente,
valioso.
O simplemente, pero realmente, un poeta.
Le llega la noticia a Jaime y éste se alegra: ¡qué maravilla!
¡Soy un poeta! ¡Soy un poeta importante! ¡Soy un gran
poeta!
Convencido, sale a la calle, o llega a la casa, convencido.
Pero en la calle nadie, y en la casa menos: nadie se
da cuenta
de que es un poeta. ¿Por qué los poetas no tienen una
estrella
en la frente, o un resplandor visible, o un rayo que
les salga
de las orejas?
¡Dios mío!, dice Jaime. Tengo que ser papá o marido, o trabajar
en la fábrica como otro cualquiera, o andar, como
cualquiera,
de peatón.
¡Eso es!, dice Jaime. No soy un poeta: soy un peatón.
Y esta vez se queda echado en la cama con una alegría dulce y tranquila.
Hay poemas para toda ocasión. En el
calendario, como en la vida, hay un día para cada cosa. Y, también como en la
vida, hay muchas cosas para cada día. En el santoral católico, el 21 de marzo
corresponde por lo menos a nueve personajes, cuyas historias pueden encontrarse
en la red, para los interesados: San Nicolás de Flüe, San Serapión el
Escolástico, San Jacobo el Confesor, San Endeo, San Juan de Valence, San
Agustín Zhao Rong, los Beatos Tomás Pilchard y Mateo Flathers, y la Beata
Benita Cambiagio Frassinello, según una de muchas fuentes al respecto.
Por ello, algunos días se conmemoran,
celebran o recuerdan varios eventos, enfermedades, profesiones o personajes. Algunos
son mundiales, otros cambian de país a país. Por ejemplo, en Colombia, se
agrupan el 4 de octubre las celebraciones de dos oficios que pueden tener
puntos en común o ser diametralmente opuestos, según como se miren: el día del
mesero y el del poeta. Se celebran los oficios comunes, como el de la secretaria,
el del locutor y el del maestro, pero también otros, quizá olvidados, excepto
en su día: el del vendedor, el del cronista deportivo, el del vigilante, el del
profesional funerario, el del fotógrafo y el día del negociador internacional.
Los hay para casi todos los diagnósticos,
sin importar si son comunes o no, como el cáncer, el glaucoma, la salud prostática,
el linfoma, la rabia y la depresión. También hay un día mundial del celíaco, y
uno de la retinosis pigmentaria, así como uno de las personas sordas y hasta
hay un día mundial del enfermo, que me imagino que acoge a quienes no tengan su
propio día, quizá para darle una nueva oportunidad a los sobrevivientes al día
de su dolencia para volver a congregarse para celebrar o hacer que los demás
tomen conciencia de su enfermedad.
Curiosamente, se escogió la misma fecha
para el día de la salud mental y el día contra la pena de muerte…
Cada miembro de la familia, comenzando
por la madre, tiene su día: el padre, el niño, la niña, pero también el de la
mujer y el del hombre, así como el de la juventud, el del soltero, el del niño
africano, y, por supuesto, el día de las familias. Casi no hay profesión u
oficio que no celebre su día, aunque muchos tengan visos de comercio y sean
sólo una excusa para comprar o repartir regalos. Para los casos de consumismo
exagerado, tenemos el día de los derechos del consumidor, así como el día de no
comprar nada o Buy Nothing Day –BND,
este último en contra de mis principios y creencias…
Tenemos días puramente lúdicos, como el
del tango, el de los museos, el de la danza, el de la felicidad y el de la
diversión en el trabajo, pero también el día del beso, el día internacional del
Jazz, que se celebra el 30 de abril, el de la amistad y el del orgasmo femenino,
entre otros.
Hay varios días relacionados con la
tecnología de las comunicaciones, como el día de internet, pero también el de
internet seguro y el día de la protección de datos. En una categoría de días
tecnológicos debe incluirse, sin duda, el de los vuelos espaciales tripulados.
Algunos días podrían clasificarse en la
categoría ecológica, como el día de los océanos, el de las montañas, el del
sol, el de las tortugas marinas, el del árbol, el de la Tierra y el día mundial de
la nieve. No estoy seguro de cómo clasificar el día del sushi, probablemnte en
una categoría gastronómica, junto al día del Chef. Otro día para mí
inclasificable es el del orgullo zombie (?).
La palabra tiene varios días dedicados
a exaltarla, tanto en el día del idioma, como en el de las lenguas, el de la
lengua materna, el de la lengua inglesa, y el de la voz. En el día de la
poesía, hoy 21 de marzo, parece conveniente recordar las palabras sobre la
palabra:
Palabra
Leyendo el diccionario
he encontrado una palabra nueva:
con gusto, con sarcasmo la pronuncio;
la palpo, la apalabro, la manto, la calco, la pulso,
la digo, la encierro, la amo, la toco con la yema de los dedos,
le tomo el peso, la mojo, la entibio entre las manos,
la acaricio, le cuento cosas, la cerco, la acorralo,
le clavo un alfiler, la lleno de espuma,
después, como a una puta,
la echo de casa.
Cristina Peri Rossi
Busco la palabra
Quiero definirlos en una sola palabra:
¿Cómo son?
Tomo las palabras corrientes, robo de
los diccionarios,
mido, peso e investigo.
Ninguna responde
La más valiente – cobarde,
La más desdeñosa – aún santa
La más cruel – demasiado
misericordiosa,
La más odiosa - poco porfiada.
Esta palabra debe ser como un volcán,
que pegue, arrastre y derribe,
como la temerosa ira de Dios,
como el hervor del odio.
Quiero que ésta una sola palabra
esté impregnada de sangre,
que como los muros del calabozo
encierre en sí cada tumba colectiva.
Que describa precisa y claramente
quienes eran - todo lo que pasó.
Porque lo que oigo,
lo que se escribe,
resulta poco,
siempre poco.
Nuestra habla es endeble,
sus sonidos de pronto - pobres.
Con empeño busco ideas,
busco esta palabra -
y no la encuentro.
No la encuentro.
Wislawa Szymborska
Las Palabras
"…Todo lo que usted
quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan…
Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las
derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan,
se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de
colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo
algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las
agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me
preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales,
aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las
revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo,
las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera
bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en
la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio,
o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba
y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de
todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar
de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el
féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Que buen idioma el mío, que
buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Éstos andaban a zancadas
por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas,
butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel
apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones,
pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes
bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se
les caían de las botas, de las barbas, de los yelmos, de las herraduras, como
piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el
idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el
oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras."
Pablo Neruda
Hay días que conmemoran hechos
violentos o criminales que no deberían repetirse, como el que protesta contra
las minas antipersonales, los dos días
de la no violencia y el día contra la falsificación.
En literatura,
existe una modalidad de transferencia de
autoría que he denominado «plagio apócrifo». Lo defino como la falsa
atribución de una obra a un autor. La cultura popular, la tradición oral u
otros medios, asignan equivocadamente un texto a un autor reconocido, sin que
sea necesario que dicho autor parezca haber intervenido en la falsa atribución.
Curiosamente, algunos autores apócrifos nunca rectifican la autoría errada. Uno
de los más famosos ejemplos lo constituyen las siguientes líneas, atribuídas
erróneamente a Bertolt Brecht:
Primero vinieron por los socialistas
Pero callé porque yo no era socialista.
Después vinieron por los sindicalistas
Pero callé porque yo no era sindicalista.
Después vinieron por los judíos
Pero callé porque yo no era judío.
Después vinieron por mí
Y nadie quedaba para defenderme.
Su verdadero autor fue Martin Niemoller. El escrito
«Instantes», atribuido a Jorge Luis Borges («…si pudiera vivir
nuevamente…trataría de cometer más errores…») fue realmente escrito por la
octogenaria Nadine Stair, quien lo publicó en
la revista Family Circle con el
título If I had to live my life over.
Hace unos años, se divulgó un poema de despedida
titulado «La Marioneta», que se atribuyó erróneamente a Gabriel García Márquez:
Si por un instante Dios se olvidara de que soy
una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría
todo lo que pienso pero, en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco y soñaría más, entiendo que por
cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen,
despertaría cuando los demás duermen, escucharía mientras los demás hablan, y
cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate...
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría
sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando al descubierto no solamente mi
cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón...
Escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a
que saliera el sol.
Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las
estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que
ofrecería a la luna.
Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir
el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...
No dejaría pasar un solo día sin decirle a la
gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer de que ella es mi
favorita y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados
están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que
envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas, pero dejaría que el
solo aprendiese a volar.
A los viejos, a mis viejos les enseñaría que la
muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas les he aprendido a ustedes los
hombres...
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en
la cima de la montaña sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de
subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta
con su puño por vez primera el dedo de su padre, lo tiene atrapado para
siempre.
He aprendido que un hombre únicamente tiene
derecho de mirar a otro hombre hacia abajo, cuando ha de ayudarlo a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de
ustedes, pero finalmente de mucho no habrán de servir porque cuando me guarden
dentro de esta maleta, infelizmente me estaré muriendo...
En este caso, el Nobel colombiano expresó
públicamente sentirse ofendido por
habérsele atribuido dicho poema. Ante esta rectificación, resultó ofendido su verdadero autor, el ventrílocuo
Johnny Welch, quien lo había escrito para su marioneta «El Mofles». Luego
de una breve y cordial reunión,
patrocinada por la revista periodística
Cambio, y matizada con una dosis de
«mamagallismo» (término que para algunos ingenuos es una mezcla de movimiento, filosofía o estilo de vida cuyos orígenes se
han atribuído de manera apócrifa al colombiano), los dos acordaron que se podía
seguir atribuyendo «La Marioneta» a García Márquez, siempre y cuando a Welch se le permitiera la autoría de
«El amor en los tiempos del coléra».
En el día de la
poesía y de la marioneta, busque un verso, regale una palabra.
En el día
lúdico, tecnológico, ecológico o en el que se sienta identificado:
celebre su día.
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En tu
mano comí la sal de tu silencio.
Como
una dócil bestia dispuesta al sacrificio.
Mi
sed durará siglos.
Piedad
Bonnet.