lunes, 16 de abril de 2007

¿Qué hay en un nombre?

Esta entrega de El poder de la palabra trató el tema del nombre de la especialidad médica a la cual me dedico.

Boletin Imágenes, Asociación Colombiana de Radiología 2003; 9(2):10. www.ACRonline.org

Tengo la certeza de que «soldado avisado» también muere en guerra, y no se salva, al contrario de lo que afirma el conocido refrán. Así, como lo anuncié en una columna previa, voy a explayarme acerca del nombre de nuestra especialidad. La reciente editorial de la Revista Colombiana de Radiología sobre el término imagenología (1) frente a imaginología, me ofrece la excusa perfecta para ocupar mi tiempo —y el de mis lectores— en una disertación sobre una palabra que intenta definir lo que escogimos como forma de vida. ¿Qué más podía pedir?
Estoy plenamente convencido de que un idioma crece como resultado de la evolución misma de las civilizaciones. Sin embargo, hay normas y reglas que evitan que esta evolución sea anárquica y que se adopten términos que lleven a la pérdida de la identidad de las comunidades que utilizan o pretenden utilizar un mismo lenguaje. Por ello estoy de acuerdo en que resulta exagerado afirmar que no existen aquellos términos que no aparecen en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (2). De hecho, aunque sea el que representa la oficialidad, está claro que no es ése el único diccionario disponible. Algunos eruditos han hecho esfuerzos enormes por recopilar, en tomos independientes, y agrupadas por características comunes, las palabras que usamos en el español, desde los regionalismos (3) hasta los tecnicismos (4,5), pasando incluso por lo maligno (6). Justo antes de enviar al Boletín esta columna en su versión final, me recomendaron un divertido diccionario acerca del mal uso del español (7), cuya referencia incluyo para deleitar la mente.
El idioma ha evolucionado a tal punto que hay casi tantos diccionarios como áreas del conocimiento, e incluso se consiguen textos dedicados a aspectos tan cotidianos en el idioma como la ofensa verbal (8). El interés por la terminología no es un fenómeno nuevo en el idioma español: la «Sinonima delos nombres delas medeçinas griegos e latynos e aravigos », obra anónima del siglo XIV, es el primer ejemplo del esfuerzo de algunos eruditos por recopilar términos técnicos en diccionarios, glosarios y enciclopedias, para remplazar en nuestro idioma la nomenclatura en latín, o los términos latinizados de origen árabe o griego (9). Siempre que una palabra haya nacido conforme a las reglas y sirva para expresar un concepto para el cual no exista otro término, tendremos que aceptar que su uso es válido (2). Pero cuando existan términos aceptados por la academia, o normas que estipulen la manera de transformar las palabras desde sus étimos, debemos propender por el uso del español correcto.
Para hacer una prueba del uso de los términos en conflicto, acudí a tres motores de búsqueda en la «Tela Totius Terrae», nombre en latín para «World Wide Web»(10), con resultados interesantes: en Google, imagenología arrojó 5700 entradas (93 %), contra 386 para imaginología (7 %); en Altavista, imagenología apareció en 3243 entradas (94 %), mientras que imaginología lo hizo en 215 (6 %); en Vivísimo, imagenología tuvo 5220 entradas (93 %), e imaginología, 384 (7 %).
En promedio, imagenología aparece en estos tres motores de búsqueda 4631 veces (93 %), con una desviación estándar de 1013,63, mientras que el término oficialmente aceptado por la RAE, imaginología, lo hace sólo 324 veces (7 %), con una desviación estándar de 94,56. No parece necesario hacer estos cálculos estadísticos ni otros más complejos para dictaminar que la diferencia es significativa, a favor del término «incorrecto». Los dos términos han sido motivo de controversia y de posiciones extremas.En un grupo internacional de traductores profesionales de biomedicina, algunos han llegado a sugerir que ninguna de las dos opciones es válida, por cuanto combina étimos del latín y el griego(sic): «Ninguna de las dos formas es correcta. Nombres de especialidades formados con el sufijo griego -logía, exigen el uso de una raíz griega, nunca española ni latina. ¿Iconología?» (11). Sin embargo, no aceptar los híbridos grecolatinos en la terminología médica eliminaría de un tajo a cientos de términos técnicos.
Por otra parte, el uso no es el único criterio válido para aceptar un término. Si así fuera, tendríamos que aceptar como correctas las formas «líbido» (12) y «éstasis», simplemente porque muchas personas cometen el grave error de acentuarlas como esdrújulas, en vez de hacerlo como corresponde, es decir, con acento grave (que no es lo mismo que con grave acento): libido y estasis. Al surgir la especialidad de la radiología hubo cierta controversia alrededor del nombre con el que se conocería. En su primera presentación pública ante la comunidad científica, Wilhelm Conrad Röntgen sugirió el término «rayos X» para designar su descubrimiento. En esa misma reunión, el anatomista Albert von Kölliker propuso darles a estos rayos el nombre de su descubridor, recomendación aplaudida en forma entusiasta por los asistentes a la reunión de la Sociedad Físico-Médica de Wurzburgo, el 23 de enero de 1896 (13).
Usando sufijos griegos como «grama» (γραμμα, mensaje escrito) o «grafos» (γραφος, escribir), el ortopedista alemán Carl Thiem propuso el término Röntgographie. Arthur Goodspeed, profesor de física de la Universidad de Pensilvania, acuñó el término «radiografía» para las imágenes obtenidas mediante este método (13). El término ha sobrevivido al paso del tiempo, hasta convertirse, por el uso erróneo, en sinónimo del fenómeno físico con el que se producen las imágenes. Por lo tanto, cuando nos referimos al uso de rayos X para producir una imagen del tórax, no es correcto decir «rayos X del tórax», sino «radiografía del tórax». El término «radiología» se atribuye al padre de la especialidad en Francia, Antoine Béclère. El prefijo «radio» se aprovechó para la descripción del descubrimiento de los esposos Curie, la «activité radiante» o «radio-activité». Agregando el sufijo «grafía» surgieron varios nombres para describir la especialidad, en los que se combinan prefijos del mismo origen griego, como «skia» (σκια, sombra) «pykno» (πικνω, denso), «aktino» (ακτινω, rayo), «día» (δια, a través, penetrante), «skoto» (σκοτω, oscuro, tinieblas) y «krypto» (κριτω, oculto) (13).
A Tomás Edison le debemos el término «fluoroscopia», con el que describió el aparato que se basaba en el fenómeno de fluorescencia para la observación con rayos X. Pero el más original de los términos utilizados es un ejemplo de la literatura no médica, cuando en una edición de 1897 del periódico «London Globe» se denominó a la radiología como «El nuevo Ituriel». Esta descripción hacía referencia a un personaje del cuarto libro del «Paraíso perdido» de John Milton (1608-1674): el diablo, disfrazado de sapo, pretendía seducir a Eva durante el sueño. El ángel Ituriel, que había sido enviado para proteger a los dos mortales, descubrió esta treta y con su espada tocó al sapo que se encontraba hablando al oído de Eva. Inmediatamente, el sapo se reveló en su verdadera naturaleza, como Satanás. La analogía entre los rayos X y el ángel Ituriel resulta poética: ambos representaban la fuerza que «revela la verdadera naturaleza de las cosas»(13).
Entonces, ¿imaginología o imagenología? Lo cierto es que de los dos, el único término que hasta el momento de escribir estas letras ha sido oficialmente aceptado (14) es el que lleva la i, imaginología. Desde el Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo de la Universidad de Salamanca (15),me explicaron que la norma etimológica dice que las palabras latinas llegan al español desde su forma en acusativo. Para reconstruir todos los casos del latín al español, los diccionarios indican para los sustantivos las formas de nominativo y genitivo, como en «imago, imaginis». En algunas condiciones, la letra i breve evoluciona al español en la letra e, de donde se explica el paso del mismo étimo a «imagen, imaginología». Esto puede significar que al atribuirles a los dos términos el mismo origen, se esté desconociendo la norma evolutiva que transforma las palabras desde el latín al español. ¿Y por qué tenemos que acuñar un término que aclare que la especialidad abarca diferentes imágenes médicas, no sólo las producidas con rayos X? Me atrevo a pensar que es el resultado de la necesidad de traducir el término inglés «imaging». ¿Otra cesión a la dominación anglosajona?
Se ha estimado que la población crítica de usuarios que se requiere para poner en peligro de extinción a una lengua es de 100.000 personas (16). Claramente, el español está lejos de ese destino. Pero eso no significa que no resulten dañinos los ataques lesivos que a diario sufre nuestro idioma cada vez que pretendemos relajar las normas que lo rigen y que lo mantienen vivo.¿Era realmente necesario un mandato de la Sala Plena de la Corte Constitucional de Colombia para declarar exequible la expresión «e imágenes diagnósticas» al definir la radiología (17)?
Por eso insisto en que yo no soy imagenólogo, ni quiero que me llamen imaginólogo. Prefiero ser reconocido como radiólogo, aceptando lo que en el fondo eso pueda significar: que soy voyeurista de oficio.
Bibliografía
1.Bermúdez, S.: ¿De la imagen a la imagenología?... ¿O a la imaginología? Revista Col de Radiología 2002; 13(3): 1172-1173.

2.Hernández, A.: ¡Esa palabra no existe! [consulta: 07.17.2003].

3.Montes, J.J.: Estudios sobre el español de Colombia. Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo LXXIII, Bogotá, 1985.

4. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales: Diccionario esencial de las ciencias. Espasa Calpe, S.A., Madrid, 2001.

5.Collazo, J.L.: Diccionario enciclopédico de términos técnicos inglés-español, español-inglés. Mc Graw-Hill, México,2001.

6.Bierce, A.: Diccionario del Diablo. Edimat Libros, S.A., Madrid, 1998.

7.Castro, X.: Diccionario de burradas.< http://xcastro.com/portera.html > [consulta: 07.27.2003]

8.Luque, J.D., Palies, A., Manjón, F.J.: Diccionario del Insulto. Ediciones Península, Barcelona, 2000.

9.Gutiérrez, B.M.: Evolución del lenguaje científico a través de los diccionarios: el caso de la medicina. Panace@ 2000: ; 1(2): 27-37. [consulta:17.06.2003]

10.García, I.: Lingva latina in interrete trivmphat (El latín triunfa en internet). [consulta:01.06.2003].

11.Medtradiario. . [Consulta 07.17.2003].

12.Noguerol, M.: Comunicación personal, a través del Foro de Traductores Profesionales de Biomedicina. [Consulta 07.04.2003].

13.Eisenberg, R.L.: Radiology: An Illustrated History. Mosby Year Book, St. Louis, 1992.

14.Departamento de español al día. Real Academia Española. [Consulta mayo 2003.]

15.Cortés, F.: (Departamento de Filología Clásica e Indoeuropeo, Universidad de Salamanca) Comunicación personal. [Consulta 07.17.2003].

16.Asociación Colombiana de Radiología: Sentencia C-038/03. Boletín Imágenes 2003; 9(1):6-8.

17.Bernárdez, E.: ¿Qué son las lenguas? Alianza Editorial, S.A. Madrid, 1999.