domingo, 8 de abril de 2007

De implantes, prótesis, espirales y otros enredos

Otra opinión sobre el uso y abuso de términos técnicos especializados, con algunas implicaciones prácticas para los pacientes y su relación con quienes pagan por sus servicios. Próximamente aparecerá publicada como editorial de la Revista Colombiana de Radiología, órgano oficial de la Asociación Colombiana de Radiología.

Como radiólogo intervencionista, en varias oportunidades he sido consultado acerca de casos clínicos en los cuales he tenido que intervenir a un paciente y he dejado en su organismo diversos tipos de materiales, como parte de un tratamiento dado. El uso de los términos que describen los materiales que utilizamos a diario en radiología intervencionista puede causar controversia, especialmente cuando se presentan querellas relacionadas con el cubrimiento de dichos materiales por parte de terceros pagadores, como lo son algunas empresas aseguradoras y las empresas promotoras de salud (EPS), así como el Plan Obligatorio de Salud (POS).
Resulta una feliz coincidencia el que la retórica, la semántica y el uso adecuado de la terminología médica, sean áreas del conocimiento que me interesan especialmente, como pueden dar fe mis escritos al respecto, el hecho de haber estado involucrado en labores editoriales desde hace varios años, y el pertenecer a un foro internacional de traductores médicos.
A pesar de mis intereses en estos temas, sé que yo mismo he cometido errores terminológicos o semánticos que pueden haber llevado a confusión a la hora de elaborar informes u otros escritos acerca de la atención de mis pacientes. También soy consciente de que algunos de los puntos que aquí expongo han sido tratados en mis columnas previas; justifico mi reiteración de estos conceptos con base en que estas explicaciones pueden servir para ayudar a resolver conflictos relacionados con el cubrimiento o pago de dichos materiales por diferentes EPS. Si mis opiniones semánticas pueden servir de referencia para agilizar los trámites administrativos que se han vuelto habituales en nuestra práctica, y que con frecuencia obstaculizan la atención oportuna de nuestros pacientes, me daré por bien servido.
Los términos stent, prótesis, endoprótesis e implante son sólo algunos ejemplos que pueden prestarse a discusión. La definición de prótesis puede implicar el remplazo de un órgano, lo cual no es exactamente el caso de las mallas o «endoprótesis». Vale la pena recalcar que la palabra «prótesis» viene del griego, significa «adición», y, en el lenguaje médico, se ha asociado no sólo con la sustitución de la estructura sino de la función. El que no siempre se logren ambos objetivos no parece relevante para su definición.
Desde hace varios años he sugerido a mis alumnos y colegas el evitar el uso del término en inglés stent, adoptado por muchos con el argumento de que se trata de un nombre propio. La historia de la medicina es otra de mis áreas de interés, lo que equivale a aceptar que, en la mayoría de los casos, estaré por principio de acuerdo en rendirle homenaje a los personajes que forjaron nuestra profesión. Sin embargo, es tan grande la distancia entre el invento odontológico del Dr. Charles Stent y los elementos que se implantan para corregir la función de las estructruras en las que se depositan, que considero preferible nombrarlos con un vocablo en español, como seguramente estarán de acuerdo muchos académicos con mayor experiencia que yo en cuestiones lingüísticas.
La discusión apenas comienza: para algunos, la función de recuperación de la permeabilidad que ofrecen las «endoprótesis» puede perfectamente asimilarse a la definición general de prótesis; para otros, un término que puede abarcar el mismo concepto, pero que también ha sido controversial, es «implante». De hecho, hay quienes alegan que el término «implante» lleva a la asociación con elementos de uso estético. Es probable que dicha asociación sea uno de los argumentos de las empresas pagadoras de servicios de salud para no autorizar su pago: muchos de los procedimientos estéticos, con la posible excepción de algunos con indicación claramente reconstructiva o de reparación de la función, no son cubiertos por los pagadores externos.
Si acudimos a la definición de «implante» y «prótesis», del diccionario de la Real Academia Española, quizá lo único que queda claro es que toda prótesis es un implante, pero no todos los implantes son prótesis:
Implante 2. m. Med. Aparato, prótesis o sustancia que se coloca
en el cuerpo para mejorar alguna de sus funciones, o con fines estéticos.
Prótesis 1. f. Med. Procedimiento mediante el cual se repara artificialmente la falta de un órgano o parte de él; como la de un
diente, un ojo, etc. 2. f. Aparato o dispositivo destinado a esta reparación.
La adopción de esta definición ha recibido críticas, pues es bien sabido que el diccionario de la Real Academia Española no recopila términos técnicos.
Últimamente, he optado por el término «implante endovascular» para referirme a un «stent», o «implante endoluminal» cuando dicho elemento no se encuentra en un vaso sanguíneo sino en la luz de algún otro conducto. Cuando no lo uso de manera genérica sino específica, el «apellido» del implante hace alusión a la región anatómica en donde se aplica, como en los implantes utilizados en el sistema urinario (implante ureteral), el tubo digestivo (implante esofágico) o los conductos biliares (implante biliar), entre otros. En muchos casos, el implante utilizado cumple una función vital: la de restablecer la comunicación entre los conductos o vasos sanguíneos obstruidos por cualquier causa.
Igual de interesante resulta el uso del término «coil», también de origen en la lengua inglesa. En este caso, se trata de una espiral metálica, utilizada para ocluir vasos sanguíneos. La oclusión de los vasos sanguíneos, también conocida como embolización, se utiliza para detener hemorragias o para inducir a la involución de algunos tumores, a los cuales se les obstruye su irrigación sanguínea mediante estas espirales o «coils». Este último vocablo es del idioma inglés. Aunque coloquialmente lo utilizo, no estoy de acuerdo en usar ese nombre en un reporte, un inventario o una lista oficial de materiales o procedimientos.
Este material es también utilizado para rellenar aneurismas y excluirlos de la circulación sanguínea, controlando o evitando así su ruptura. Para la embolización también se usan sustancias líquidas, partículas de diferente tipo, o balones que se inflan y se dejan en el interior del organismo; todos cumplen la misma función de oclusión temporal o permanente de los vasos sanguíneos. En los aneurismas intracraneanos y en otros tipos de sangrado, las espirales también pueden cumplir con una función vital: la de evitar una hemorragia que puede tener consecuencias fatales. Según la localización anatómica del aneurisma, la embolización por vía endovascular puede ser la única opción para su tratamiento, con ventajas sobre las técnicas quirúrgicas convencionales. En estas embolizaciones, no se puede homologar una espiral a una prótesis. No tienen funciones similares, y no parece lógico sugerir siquiera que una espiral puede ser equivalente a una prótesis.
Quizá la mayor importancia de la terminología utilizada es que los pagadores de dichos servicios han determinado que, en muchos casos, no cubren los costos de diversos tipos de prótesis y de otros materiales. Uno de los argumentos comúnmente esgrimidos es tan flojo como irracional: todo elemento que queda en el cuerpo es considerado una prótesis, y por lo tanto, no se incluye su cubrimiento. La autorización de un procedimiento sin la aprobación de los elementos necesarios para completarlo parece una estrategia diseñada específicamente para obstaculizar el tratamiento requerido por un paciente, con las consecuencias implícitas en este retardo en la atención.
Un implante endovascular no se usa con fines estéticos; prótesis endovascular o endoprótesis son términos sinónimos de implante endovascular o «stent», y, en algunos casos, pueden ser la única alternativa de tratamiento. Una espiral o «coil» no es lo mismo que una prótesis, ni cumple su misma función.
A la hora de cubrir los costos de diferentes tipos de procedimientos, es bastante común que las empresas pagadoras autoricen un procedimiento dado, pero no los materiales indispensables para llevarlo a cabo. Por ello, la interpretación inadecuada de estos términos puede resultar en el traslado de una responsabilidad monetaria a un usuario que ha pagado por un servicio que no es cubierto con base en cuestiones semánticas, nunca médicas.
En aras de la claridad, mi recomendación es preferir el término implante endovascular sobre sus sinónimos, endoprótesis o prótesis endovascular, y equivalente al término en inglés stent. El término espiral puede usarse como traducción del coil del inglés; los implantes endovasculares y las espirales son elementos completamente diferentes, que cumplen funciones que pueden llegar a ser opuestas y que no deben asumirse como sinónimos.
La radiología intervencionista se ha establecido como una ingeniosa alternativa terapéutica, y no debe representar una oportunidad para las extensas disquisiciones semánticas, que han surgido en busca de una posición, de otra manera indefendible, con la que parece que se pretendiera favorecer a grupos de interés distintos a los pacientes.