miércoles, 28 de febrero de 2007

Santiago Ramón y Cajal (1889-1934)

En 2006 se conmemoró un siglo del premio Nobel de Medicina y Fisiología con que fueron galardonados Santiago Ramón y Cajal y Camillo Golgi. Precisamente con una modificación del método de tinción histológica de Golgi, Ramón y Cajal describió la unidad celular del sistema nervioso, que posteriormente dio origen a la «doctrina de la neurona». Qué mejor homenaje a este gran científico y defensor del idioma y de la cultura española, que recordar algo de su biografía para inaugurar esta columna virtual dedicada a las palabras:

Hijo de Justo Ramón y Antonia Cajal, Santiago Ramón y Cajal nació en Petilla de Aragón, al noreste de la península ibérica, un primero de mayo de 1852. Desde la temprana edad de ocho años tuvo una gran vocación pictórica que, junto con su afición por la fotografía, pudieron influir en su descubrimiento histológico, pues sus conocimientos prácticos sobre química y pigmentos de colores le fueron muy útiles a la hora de lograr identificar, por primera vez, a las neuronas.

A los dieciocho años inició su primer curso de medicina en Zaragoza, y al año siguiente ya había sido nombrado asistente de disección en la cátedra de anatomía de esa universidad. En 1877 compró su primer microscopio, con la idea de crear un laboratorio de histología en Zaragoza.

Se casó con Silveria Fañanás García, con quien tuvo siete hijos: Fe, Santiago, Enriqueta, Paula, Jorge, Pilar y Luis. Además de su afición por la ciencia, se empeñó en la divulgación de sus conocimientos e ideas, siempre con un gran ánimo patriótico.

En 1889 inició la Revista Trimestral de Histología Normal y Patológica. Gustav Retzius, el gran neurocientífico sueco, se lamentaba de su ignorancia del idioma español, como se deduce de la carta traducida por el Académico de la Lengua Española José Manuel Sánchez Ron en su magnífico artículo El español y la ciencia: el ejemplo de Ramón y Cajal (www.medtrad.org/panacea.html):

«Querido colega y amigo:
Acabo de recibir el volumen I de la Revista Trimestral Micrográfica, que me ha enviado y que agradezco cordialmente. Con esta nueva publicación veo que ha iniciado usted la edición de una nueva revista. Es una gran empresa con la que sin duda piensa dar un nuevo impulso a la ciencia española. Ha hecho usted otro gran servicio a su patria, por el que le felicito cordialmente.
A nosotros, pobres extranjeros, nos plantea una cierta dificultad: poder leer correctamente el idioma español. Conociendo las lenguas latina y francesa que estudiamos en la escuela, no nos resulta imposible entender y estudiar también la española. Hace tiempo compré un diccionario español para leer sus trabajos. De vez en cuando se tropieza con dificultades, pero no son insuperables.»

En ese mismo año presentó su descubrimiento ante la Sociedad Anatómica Alemana, en donde conoció al famoso anatomista Rudolf Albert von Kölliker, quien fuera el voluntario que prestó su mano para tomarse una radiografía en la primera demostración pública de los rayos X por su descubridor, Wilhelm Konrad Röntgen, ante la Sociedad Física Médica de Wurzburgo.
Con von Kölliker mantuvo una gran amistad, y éste último le sirvió de traductor de sus trabajos científicos del español al alemán, a pesar de la gran dificultad que le representaba entender la caligrafía de su amigo español, como también lo ilustra el académico Sánchez Ron:

«Mon cher ami !
…Seulement je vous prierais, de faire copier votre manuscrit par une per¬sonne, qui a une belle écriture, dû à que je trouve assez difficile de lire la votre.

¡Mi querido amigo!
…Solamente le ruego que encargue copiar su manuscrito a una persona que tenga una letra clara, porque me resulta bastante difícil leer la suya. »

Ramón y Cajal siempre tuvo interés en divulgar sus trabajos científicos en su idioma español. De sus memorias «El mundo visto a los ochenta», una recopilación autobiográfica del 17 de octubre de 1934, el mismo año en que falleció:

«Mi fuerza fue el sentimiento patriótico. Mi ideal, aumentar el caudal de ideas españolas circulantes por el mundo, granjeando respeto y simpatía para nuestra ciencia. No soy en realidad un sabio sino un español.»